jueves, 8 de enero de 2009

La blancura...



... hecha paisaje. Dios mío, amigos... ¡qué viaje!

Qué bien lo he pasado... y menos mal que cogí el suéter que me regaló mi Almu, que sino... ya me veía como las varitas congeladas del capitán Pescanova.

Eso sí, me he dado unas leches... ¡Tengo el cuerpo lleno de moratones! Mi Almu dice que a mi edad, un viaje así anima mucho... y tanto... ¡Pero también duele!

Y lo bonito que es tomarse un chocolate caliente con el frío que hace... Eso sí, una vez uno ya se ha quitado todas las capas de ropa, que parecía un luchador de esos chinos gordos que se estampan el uno contra el otro.

Era un "chou" verme por allí, sin apenas poder caminar... verme "alucinar" (como dice mi Almu) con la nieve, que hacía años que no veía, sentir el frío en mis huesos ya acechados por la madura edad...

En fin, toda una experiencia, unas perricas bien gastadas, ¡sí señor!

Ya os ampliaré en próximas entregas mis nuevas aventuras, que son las 2 de la mañana y servidor viene de pasear al perro con un frío que se me ha calao en los huesos.

Atentamente,

Saturnino Domínguez.

1 comentario:

anonimo dijo...

Diga que sí,eso es disfrutar!Yo también fui por primera vez a la nieve hace un par de años y me animé a aprender a esquiar,cmo usted al principio,también me hice algún moratón que otro,pero ahora no lo hago nada mal,merece la pena experimentar esa sensación de libertad del viento golpeándote en la cara.